La importancia del primer vínculo en la infancia
Hasta finales de los años 50, la idea de que los bebés desarrollan una relación de apego puramente instrumental con sus madres fue ampliamente difundida sobre todo desde la aparición de la teoría psicoanalítica de Freud que se convirtió rápidamente en la principal corriente psicológica en ese momento.
Freud creía que los bebés desarrollan un lazo cercano con sus madres simplemente porque los necesitan para alimentar y satisfacer todas sus demandas primarias (Freud, 1914 en Freud, 1957). Sin embargo, esta idea comenzó a perder importancia cuando en 1958 Harlow publicó los resultados de sus experimentos con crías de macacos Rhesus . Estos resultados mostraron que a pesar de que la satisfacción de los impulsos primarios juega un papel importante en el desarrollo de las relaciones de apego madre-hijo, es el contacto físico íntimo y el sentimiento de ser amado y seguro lo que en última instancia hace al apego esencial para una vida adaptada (Harlow, 1958). A partir de los experimentos de Harlow podemos inferir que esta estrecha relación no es exclusiva de las relaciones madre-hijo ya que también se puede desarrollar con un padre, un progenitor adoptivo o cualquier otro cuidador principal, siempre que proporcionen al niño la comodidad y la seguridad que necesitan (se ha de señalar aquí que las “madres sustitutas” de fieltro de los monos de Harlow no tenían la capacidad de alimentar a las crías, sino que éstas tenían que obtener la comida a partir de una “madre” de alambre. Sin embargo, las crías acudían a la madre de fieltro cuando se sentían amenazados y pasaban la mayor parte del día aferradas a ellas).
Aunque, ahora se acepta que el vínculo de los bebés con sus madres no es sólo el resultado de la necesidad de tener satisfechos sus impulsos primarios todavía tenemos que tener en cuenta que los bebés son totalmente dependientes de sus cuidadores.
Ainsworth (1968) define la dependencia como un impulso secundario aprendido a través de su asociación con la satisfacción de los primarios (hambre, sed). Esta dependencia conducirá progresivamente a niveles crecientes de independencia hasta que el niño finalmente pueda ser considerado como un individuo autónomo. Sin embargo, la autonomía no implica que el individuo haya roto el vínculo de apego o que él ya no necesite vincularse con nadie más. De hecho, Bowlby en 1958, explicó que ser dependiente de alguien y estar unido a él son dos fenómenos diferentes, ya que pesar de que la dependencia es la base de la primera relación de apego, esta relación no siempre requiere un individuo indefenso y otro del cual el primero depende como ocurre en apego adulto.
Aunque la teoría de Bowlby ha sido reformulada después de muchos años de estudios e investigaciones, lo que todas las teorías del apego tienen en común es la consideración de la influencia del enlace principal en la vida de cada individuo como imprescindible para un desarrollo adaptado posterior.
LA IMPORTANCIA DEL APEGO
El apego temprano ayuda al niño a aprender cómo ajustar su comportamiento a las demandas sociales. Cuando los cuidadores proporcionan amor y cuidados a los bebés, éstos obtienen la seguridad de saber que hay alguien disponible para ellos cuando lo necesiten. Esta confianza en su cuidador les ayuda a ganar la confianza para explorar su entorno y crear relaciones con los demás. En el curso de las etapas de la vida del individuo, la regulación de la relación niño-cuidador conducirá al desarrollo de la capacidad de empatizar con otras personas y participar en relaciones sociales e íntimas (Hoover, 2004). Es dentro de la díada padre-hijo donde los individuos aprenden a regular sus emociones, cómo tolerar la frustración y encontrar gratificantes los elogios, cómo ganar progresivamente autonomía, etc. Todo esto hace que la disponibilidad de un cuidador principal sea indispensable para el correcto desarrollo de toda clase de habilidades para la vida y en última instancia para la correcta adaptación del individuo en la sociedad.
El buen ajuste del apego precoz es tan crucial que cuando no se produce, las posibilidades para desarrollar cualquier tipo de desajuste social y/o psicológico aumentan peligrosamente.
Después de todo lo que se ha publicado sobre este tema, y aunque la influencia de los padres es mayor cuanto más joven es el individuo, se puede sostener la idea de que los efectos de una buena unión temprana persisten a lo largo de la vida del individuo. Por tanto, no sólo afecta a la infancia o la adolescencia sino que un desajuste en el vinculo inicial puede estar en la base de muchos trastornos surgidos durante la edad adulta.
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