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La convivencia en pareja

FullSizeRender-2Estos días están mostrando en varios medios de comunicación que hay 4 millones de personas solas en España. De ellas, solo un pequeño porcentaje informa de “sufrir” la soledad.

No obstante, una gran mayoría de personas siguen buscando el amor en el entorno de la pareja. Esta idea de amor, romanticismo y sexualidad nace en el siglo XIX, siglo en el que el individuo y sus necesidades se empiezan a tomar en consideración. La preponderancia del individuo ha ido en aumento durante todo el siglo pasado hasta convertirse en la actualidad en un verdadero “canto a la libertad”, el santo grial del derecho fundamental de las personas, y hasta razón de ser de la sociedad.
La idea romántica de la pareja, idílica, de encontrar “la media naranja” o la “mujer/hombre de nuestra vida”, el príncipe azul que salva a las princesas, o a las cenicientas, de su incierto destino, las Wendy que salvan y sacan de apuros a los Peter Pan que no quieren crecer, siguen estando de actualidad. Estas ideas, profundamente ancladas en valores tradicionales que perpetúan las desigualdades de género, nos pueden llevar a pensar erróneamente, que las relaciones de pareja son fáciles, que vamos a encajar en nuestra “media naranja” sin esfuerzo, y que si esto no ocurre, nos hemos equivocado de persona.
Nadie nos cuenta con cierto detalle qué ocurrió después de las bodas de Blancanieves y Cenicienta. Es posible que no todo fuera ser felices y comer perdices. Lo cierto es que construir una pareja no siempre es fácil. A los primeros momentos de atracción, disfrute, enamoramiento y pasión, suceden otros: aceptar cosas de la otra persona que no nos gustan, opiniones divergentes, problemas de la vida, tentaciones, orígenes distintos, compromiso, responsabilidad, discusiones… Pasar del tú y yo al nosotros no es un proceso automático, hay que hablar, escuchar,
negociar, ceder, crecer juntos.
Las personas llevamos a la pareja nuestras biografías, nuestras fortalezas y también nuestras “mochilas” con las dificultades y asuntos sin resolver. Si no somos capaces de hablar sobre ello, de resolver juntos los temores y limitaciones, no podremos construir un “nosotros”, es posible que a las primeras dificultades la relación se acabe.
Esto genera dudas sobre uno mismo y la pareja, culpas y frustración.
Construir la pareja es conjugar dos biografías que se entrecruzan, proyecto común que puede dar sus frutos en una nueva familia. Vivir en pareja es aprender a bailar la vida entre dos, de tal forma que, si acabamos siendo expertos, bailemos como uno solo. Es necesario el cariño que nace del conocimiento mutuo, el respeto, la atención a la otra persona,… Y esto se consigue con comunicación.
Dos personas están juntas porque escogen estar la una con la otra. Y se mantienen juntas, si así lo desean, si van haciendo un proyecto en común.
A veces, la convivencia en pareja se tuerce y malinterpreta, y se pasa de un estar con el otro porque se nutren mutuamente a una dependencia y un estar con el otro de tintes destructivos. Es ahí donde desde CEINTER psicólogos le podemos ayudar. Si su objetivo es reconstruir la relación, podemos caminar con la pareja en la reparación y recuperación de la misma. Si por el contrario, la pareja está dispuesta a finalizar su relación, podemos ayudar a clarificar los objetivos, las expectativas de cada parte y a hacer menos traumática la separación.
Volver a las formas de comunicación basadas en la escucha y la negociación, reconocer las fortalezas del otro, recuperar el respeto y la curiosidad mutua, es básico para poder construir un sentido, bien para la pareja, bien para cada miembro por separado.
Aunque la soledad es algo que la mayoría de nosotros no queremos, la convivencia íntima se conquista con respeto, cariño, tesón y tiempo.

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